lunes, 4 de agosto de 2014

Terapia

Hola, como le va...

vengo, porque, usted verá, tengo una enfermedad atroz, una enfermedad de la que no conozco su nombre, pero que de sus efectos puedo hablarle largamente.

en sencillas palabras, mi afección reside en mi mente, y tiene acción directa en mi corazón.

Tan directamente que me hace sensata y profundamente infeliz..

Doctor, cureme, no puedo más, mire, le juro, no puedo más con esto, yo sé, que tal vez usted pueda.

No tengo mucho, mire, la verdad, casi nada, pero estoy a punto de perderlo todo y si he de hipotecar mi sangre, eso es lo que haré.

Le ruego doctor, extirpe de mi este mal, que ya no me deja vivir...

Miedo

Tengo miedo de escuchar el suave sonido de la puerta abrirse detras de mi, tengo miedo que entre y me mire con total indiferencia.

Tengo miedo de escuchar su voz por última vez, que definitivamente pueda entender su final, que su voz ya no retumbe en mi pecho.

Tengo miedo de abrazarla y que sus brazos caigan por ya no tener fuerzas de sostener mi fe en nosotros, de que su beso sea una seca caricia en mi mejilla.

Tengo miedo de sus manos frias aferrandose a la nada, rechazando las mías, de sus dedos tocando otra canción, otra canción.

Tengo miedo de mi cuerpo desecho de dolor, de ahogarme en lágrimas otra vez, de suplicar que corra y me envuelva en su vientre.

Tengo miedo a estar con ella completamente en soledad,

Tengo mucho miedo a perderla...

Perderla, me destruye, perder el calor de su voz, me destruye... Y me llena de miedos.