Escuche lo que sabia que iba a escuchar, pero eso no me hizo feliz y ahora no puedo parar de pensar en encontrarnos.
Que paradoja!
DIOSES!
Pero quien sabe jugar este juego de simuladores, si su compañia o sus besos se vuelven inciertos y precisos.
Dueña de una transparencia pura y sensata, solo es ajena a este par de ojos negros que ya no quieren mirar, pero que inquietos, esperan el calor de su piel morena, pegada a mi cuerpo, el sabor de nuestro sudor fusionado en las sabanas de mi cama y el nectar de su alma agotado en mi pecho.
Seguramente tenías la esperanza de escuchar otra cosa, aunque sabías lo que ibas a escuchar.
ResponderEliminarBeso.